UNA REFLEXIÓN PARA LA IGLESIA, PARA EL CRISTIANO, PARA TI Y PARA MI…
México, nuestro amada nación está pasando por un momento crucial, al borde una crisis de proporciones inimaginables, o de cambios radicales, estamos en la cuerda floja, donde la balanza puede inclinarse para cualquiera de los lados, o nos sumimos más en la pobreza, desigualdad, o generamos una revolución social que destruya aun más al país, o producimos un cambio verdadero.
De tres meses a la fecha, hemos venido viendo protestas e inconformidades por lo que ocurre, en dichas manifestaciones, hay como suele ocurrir, disturbios, violencia, hombres y mujeres golpeados, desaparecidos, negocios que pierden dinero, gente que pierde negocios, personas que pierden empleo, pues las fuentes de trabajo se cierran.
Unos culpan al gobierno, otros a los manifestantes, otros a los anarquistas, en fin, todo el mundo responsabiliza a alguien más, lo cual es entendible, pues la gente que no conoce a Cristo, no lo tiene en su corazón, no tiene esperanza y la única manera de buscar el cambio es haciendo lo que todos los demás hacen.
La Iglesia en cambio, es decir, el cristiano como tú o como yo, conocemos al que dijo: “mío es el mundo y su plenitud”, conocemos Al que todo lo puede, a Aquel que señaló que no hay nada imposible para Él, pero parece que se nos olvida muy fácilmente, pues pronto actuamos y señalamos como lo hacen los demás y pensamos que esa es la única forma de cambiar el rumbo de nuestro país.
La Biblia asegura lo siguiente: el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios, es decir, espera que tú y yo nos manifestemos, pero no en las calles de la ciudad con pancartas, ni sumándonos a las filas de algún partido político, sino dando a conocer a Jesucristo a los demás, levantándonos en oración… El mundo entero espera impaciente que Dios muestre a todos que nosotros somos sus hijos, pero eso ocurrirá hasta que los que somos hijos de Dios nos levantemos con poder a demostrar que las cosas se pueden hacer diferente, no con rebeldía, ni maldiciones, sino con amor y bendiciones.
El mundo está confundido, por causa del pecado, pero al mundo le queda todavía la esperanza de ser liberado de su destrucción. Tiene la esperanza de compartir la maravillosa libertad de los hijos de Dios.
Tú y yo sabemos que este mundo se queja y sufre de dolor, pero recordemos que también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios, como dice la Palabra de Dios: Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Esto quiere decir, que la Iglesia nos debemos levantar en oración, ese es nuestro clamor y nuestro gemir, lo que significa que hay dos acciones que debemos llevar a cabo: Trabajar para Dios y notar por nuestras autoridades y por nuestro país, por nuestra sociedad.
Cuando hablas mal y maldices, trabajas en sentido contrario a los propósitos eternos de Dios, pero cuando te pones a trabajar para Él, en tu trabajo, en tu colonia, en el club al que asistes, en la escuela tuya o de tus hijos, con los papás de los amigos de tus hijos, con los comerciantes a los que les consumes productos o servicios, en el cine, en el parque y dondequiera que vayas, entonces te estarás manifestando como hijo de Dios y muchos podrán conocerlo a El. Sí esa gente que critica a las autoridades y las ataca de corruptos, pero que ellos mismo ejercen la corrupción, que acusan de ladrones a funcionarios y políticos, pero que ellos también roban, esos mismo que hablan del engaño y fraude de parte del gobierno, pero que ellos mismos engañan a sus cónyuges o a us padres, que hacen fraudes a sus clientes y proveedores, que hacen chanchullos y trinquetes, que venden kilos de 800 gramos y litros de 800 mililitros, esa gente que consume pornografía, sustancias tóxicas y adictivas, pero que grita que el presidente debe salir, esa gente debe entender que el cambio debe surgir del propio corazón, pidiendo perdón y arrepintiéndonos de nuestros delitos y pecados.
Dios pone a las autoridades y no cabe duda que ha puesto a las que México se ha merecido, por algo seguimos a la cabeza de las naciones más corruptas de la tierra, pero no solo los funcionarios públicos, ni los políticos, sino todos los habitantes del país.
¿Entiendes por qué razón se espera que tú te manifiestes como hijo de Dios y se note que eres diferente, que actúas diferente, que hablas diferente, que piensas diferente, que tiene valores y principios basados en el temor de Dios? ¿Qué eres cristiano dentro y fuera de la Iglesia? ¿Que la santidad se nota por la forma en que vives y trabajas, por tu honradez, honestidad y transparencia en tu persona?
El cristianismo no es una religión, es una forma de vida que debe transformar a cada persona y la nación entera, pero eso se logra trabajando uno a uno, cada creyente alcanzando y discipulando a un no creyente, al tiempo que oramos e intercedamos para que el poder de Dios se manifieste.
En otra parte, las Escrituras reflexionan lo siguiente: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas?… Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
Y por último, quiero hacer hincapié en la responsabilidad que tenemos de orar por nuestras autoridades, como lo asevera Salmos 72:15 Vivirá, y se le dará del oro de Sabá, Y se orará por él continuamente; Todo el día se le bendecirá.
Cristiano, ¿te manifestarás como hijo de Dios o como cualquier otro que no le conoce?
- Visto: 4485